
DÉJÀ VECÚ, LO YA VIVIDO
2024
Exposición Individual
Curaduría: Andrea Pacheco González
Diseño expositivo: Diogo Pasarihno Studio
CA2M, Centro de Arte Dos de Mayo
Déjà Vécu, Lo Ya Vivido es la primera exposición individual de la artista en una institución pública de la Comunidad de Madrid, y da testimonio de un intenso proceso de investigación llevado a cabo durante los últimos cinco años, en los que la artista y comisaria han revisado críticamente una serie de narrativas históricas, jerarquías culturales y construcciones de identidad colectiva en la Península Ibérica. La obra de Asunción Molinos Gordo nace de su interés por la naturaleza y por una serie de medios estrechamente ligados a la ecología y a lo orgánico, como el textil, la cerámica y la madera. Casi toda su producción artística se basa en investigaciones realizadas in situ en relación con contextos rurales, donde, como explica la comisaria Andrea Pacheco González, «realiza un ecléctico trabajo de campo que va desde la microbiología a la adivinación». Pacheco añade que el conjunto de instalaciones, la mayoría creadas específicamente para esta muestra, «abordan la urgencia de comprender que la historia y la cultura no son entidades fijas o puras, sino que se configuran a partir de una miríada de elementos diversos que se superponen, fusionan e hibridan de forma tan natural como los propios procesos químicos y físicos que sustentan la vida en la tierra».
La exposición, que tomó forma en la segunda planta del Centro de Arte Dos de Mayo de Madrid, estaba compuesta por ocho instalaciones, muchas de ellas concebidas especialmente para la muestra.
Las ocho obras presentadas en la exposición comisariada por Andrea Pacheco González fueron: Frotagge (2024), Mil Leches (2024), Los Antiguos (2024), Sin comienzo ni fin, con lagunas interiores (2024), Omar e Ismael, Ismael y Omar (2024), Sílex (2024), Quórum Sensing (2023), y Dunia, Mulk, Yabarut (2019).







Fotografía: Roberto Ruiz.
Déjà Vécu es la primera exposición individual que la artista realiza en una institución pública de Madrid. La muestra es el resultado de un intenso intercambio sostenido entre la artista y la comisaria durante los últimos cinco años, en el cual se han propuesto revisar críticamente los relatos históricos, las jerarquías culturales y la construcción de la identidad colectiva en el contexto de la península ibérica. El conjunto de instalaciones, la mayoría realizadas especialmente para esta exposición, aborda la urgencia por comprender que historia, cultura e identidad no son cuerpos fijos ni puros, sino que se configuran a partir de un cúmulo de elementos diversos que se superponen, se fusionan y se hibridan de forma tan natural como los procesos químicos y físicos que sostienen la vida.
El déjà vécu (lo ya vivido) invocado en este proyecto nos presenta además un inquietante escenario: el de aquello que aunque muere, reaparece. Cada pieza presente en la exposición invita a experimentar con lo fantasmal que acompaña nuestra existencia, en el cruce inevitable entre el mundo de los vivos y el de los muertos, entre el mundo de lo que está y el de lo que -aparentemente- ya se fue. La muestra es, por tanto, un ejercicio de memoria colectiva y, a la vez, de reparación cultural. Nos recuerda que lo que ha sido borrado, regresa; lo que ha sido mutilado, se regenera; y lo que se ha silenciado, se manifiesta duplicando incluso el brío de su energía inicial. ¿Puede entonces una exposición de arte enmendar una convivencia social lastimada por pasadas políticas de enemistad (Mbembe, 2016)? La respuesta de este proyecto es que sí, que “los muertos pueden inspirar a los vivos a la acción, movilizando a los que quedan en torno a cuestiones que afectan la vida de la comunidad” (Despret, 2023) pues el arte continúa siendo una herramienta para sanar la experiencia compartida de un daño.
INVOCACIONES
Cuando le hago un regalo a mi hija, ella me pide esconderlo primero para así poder jugar a frío o caliente hasta dar con él. Para ella y para muchxs de nosotrxs, es tan importante la hazaña de buscar como el hecho de encontrar. De esta misma manera hemos trabajado Andrea y yo, compartiendo la ilusión de la búsqueda y el estremecimiento del hallazgo. Esta colección de imágenes que a continuación se muestra bien podría pertenecer a la cadena de mensajes intercambiada entre nosotras durante estos años de investigación y producción; una amalgama de lugares, personas, acontecimientos, referencias históricas, situaciones, procesos de producción, coincidencias, anécdotas, encuentros... articulados serendípicamente en el juego de encontrar aquello que se nos ha sido ocultado, escondido. Por eso ha resultado tan importante para esta publicación compartir las imágenes que nos han acompañado en este camino, con el deseo de que puedan detonar la sed de buscar en otrxs. Toda práctica artística se inicia con un contagio. Y, de este contagio, sigue una llamada, una convocación, una invocación a través de la cual se nombra aquello que se quiere saber. Nosotras hemos nombrado muchas palabras: mutualismo, patrimonio, memoria, mestizaje, diver- sidad, acervo, borramiento, suma, pérdida. Todas ellas nos han llevado a otras: lana, raza, lavadero, incendio, aguas grises, muralla, piedra, sílex, microorganismos, convivencia, Al Ándalus..., y sus ecos nos han llevado a lugares tan dispersos como el lavadero de lanas Mantexman en Mota del Cuervo, la ermita-mezquita de San Baudelio en Soria, la planta de tratamiento de aguas residuales en Dubái, el laboratorio de la Universidad Americana de Sharjah, el puente sobre el río Tajo en la localidad Puente del Arzobispo, el Museo Geominero de Madrid, la Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, la muralla árabe de Mayrit, el Museo de San Isidro de Madrid, El Palomar de la Breña, la ermita de San Ambrosio, las sinagogas de Córdoba y Toledo, la Ciudad de los Muertos en El Cairo, la Casa de Ganaderos de Tauste, el aljibe del Museo de Cáceres, la fábrica textil Albero i Sempere en Banyeres de Mariola , la Fundación Montenmedio Contemporánea en Vejer de la Frontera, Mutur Beltz en el valle de Carranza, el Museo Vostell en Malpartida de Cáceres, San Miguel de Fuentidueña, Medina Azahara y un descampado en Vallecas.
Y, de todos esos polvos, todos estos lodos.
Asuncion Molinos Gordo